La mañana del lunes 17 de noviembre, un acto de rapiña volvió a evidenciar la fragilidad del orden público y la falta de reacción de las autoridades en la autopista México–Querétaro, a la altura de Palmillas, luego de la volcadura de un tráiler que transportaba paquetes de papel higiénico.
El accidente ocurrió cuando el conductor perdió el control al incorporarse a un paso inferior en el entronque hacia la carretera federal 45. La unidad quedó volcada sobre su costado derecho y liberó por completo la carga, que rápidamente quedó expuesta en el asfalto. Mientras el conductor recibía atención médica por golpes leves, decenas de personas—habitantes de la zona y automovilistas—se acercaron no para ayudar, sino para aprovechar la oportunidad.
En videos difundidos en redes sociales se observa cómo vehículos se estacionaron al borde de la autopista mientras sus ocupantes cargaban cajas y paquetes de papel de baño, incluso entrando a la caja dañada del tráiler para sacar lo que quedaba apilado. Otros formaron cadenas humanas improvisadas para agilizar el retiro de la mercancía, en un ambiente que normalizaba la rapiña como si se tratara de una actividad permitida.
Lo más preocupante fue la actitud permisiva de las autoridades locales y de elementos de la Guardia Nacional, quienes, pese a encontrarse en el lugar, no lograron —o no intentaron— detener el saqueo. Mientras las grúas maniobraban para levantar la unidad accidentada, los grupos continuaron recogiendo paquetes esparcidos en el pavimento, dificultando aún más el retiro del tráiler y prolongando el bloqueo parcial de la vialidad.
Hasta el momento, no se reportan personas detenidas por los actos de rapiña, ni se ha informado el valor de la carga sustraída. La ausencia de acciones contundentes por parte de las autoridades no solo dejó sin control la situación, sino que envió un mensaje preocupante: la apropiación ilegal de mercancía en accidentes continúa siendo tolerada.
Este episodio expone nuevamente una problemática recurrente en diversas carreteras del país: la rapiña se repite, las pérdidas se suman y los responsables raramente enfrentan consecuencias. Un problema que, de no ser atendido con seriedad, seguirá normalizando la impunidad en las vialidades federales.